Café es una serie de narraciones basadas en extractos de conversaciones reales. Disfrutadlas en vuestra terraza de confianza.
No sabía qué ponerme y me puse contenta
¡Me encantan los Lunes! Los comienzos son siempre una oportunidad para el cambio. Una nueva rutina, un nuevo entrenamiento, un nuevo capricho… ¡Renovarse o morir!
Hoy empiezo la jornada a las 7 en lugar de a las 6. Eso sí que es empezar con buen pie, ¿no creéis? Normalmente cojo el autobús de las 5, pero siempre se retrasa una media hora y luego los jefes me echan bronca… Así que es una suerte total poder salir a la misma hora, pero más tranquila. ¡No puedo disimular la sonrisa! Verás cuando se lo cuente a mi terapeuta, va a alegrarse un montón.
Antes de ir al trabajo, salgo a dar un paseíto. Todavía quedan restos de la fiesta del sábado, y sin querer meto el pie en un charco gigantesco de vodka naranja. ¡Pero no pasa nada! Hay que estar agradecido por tener piernas… ¡y por poder permitirme unos zapatos que me cubran! Qué sería de mí sin ellos…
Veo a lo lejos el MaxiPa con las luces abiertas. ¡Fíjate! ¡No sabía que era 24 horas! Y eso que paso muchas veces por delante.. ¿será horario de verano? Pues por qué no, voy a pedirme mi café favorito: un cortado con hielo. Qué rico y refrescante…
En la panadería me encuentro a cuatro chavales esperando para pedirse un bollo. ¡Qué juventud tan madrugadora, hay que ver! Aunque uno de ellos no parece encontrarse muy fino… ¿tendrá fiebre? Va dando tumbos, de un lado a otro. Los ojos se le cierran. Finalmente, se posa sobre el marco de la puerta, justo a mi lado. Uf, huele un poco mal… Eructa muy fuerte, y me vomita encima.
Agradecida… estoy agradecida…
Por tener una lavadora… una casa… etcétera…
“¡Ay, vuestro amigo está un poco mal!” , les espeto con mi voz chillona.
Los tres se giran enseguida y se ríen de el chaval, pero lo cogen y se lo llevan corriendo a su casa. ¡La mar de atentos, oye! No cualquiera haría lo mismo en esa situación…
“¿Vas a pagar tú todo esto?”
La dependienta me mira y me habla amenazante. ¿Pagar el qué, si aún no he comprado nada? Pobre, debe de estar pasándolo fatal y se le olvidan las cosas… Seguro que no medita lo suficiente. ¡Esa frustración se le vendría abajo enseguida! Numerosos estudios lo avalan.
“¿Disculpa…?”
“Todo lo que se han llevado esos desgraciados. ¿Lo pagas tú?”
¡Cuánto odio! Los pobres solo habrán tenido un descuido… Tampoco hace falta ponerse así. Miro afuera y ya no los avisto. Claro, mucha prisa por dejar al enfermo en cama. Qué suerte tener unos amigos así.. Me da esperanzas en el futuro. Pido mi cafecito y pago con una sonrisa de oreja a oreja.
Con las ansias de beber algo fresco ya casi no huelo el ácido, y total, esta camisa necesitaba un lavado. Pero bueno, mejor ir rapidito y que no me vea nadie… ¡Aiba! ¡Mi entrenador personal! Va tan rápido que no se ha dado cuenta de que me ha tirado el café al suelo…
“¡Adiós, Maricarmen!”
Y ni siquiera me llamo Maricarmen… ¡Ja, ja, ja! ¡Qué mañana tan divertida!