Café es una serie de narraciones basadas en extractos de conversaciones reales. Disfrutadlas en vuestra terraza de confianza.
Detrás de la persiana
José está teniendo un momento de debilidad. Se siente y se sienta solo, delante de un cortado vacío, con las mismas ganas que la taza de empezar a trabajar. Son las 7 de la mañana y no hay ni un alma en el Jimmix. Su querido bar es un antro de mala muerte, lo reconoce, pero en él ha vivido momentos que no quiere olvidar.
- La primera cerveza derramada.
- La impotencia de servir un último cubata a quién no lo necesita.
- Los clientes que confiesan pensamientos horribles.
- Conocer a Isabel.
- Conocer a Carlos
- Dar de comer al hijo de Carlos.
- Gritarse y pedir perdón.
- Romper con Isabel.
- Prohibir fumar dentro.
- Despedir a María
- Vomitarse encima.
- Llorar detrás de la barra.
- Cerrar pronto.
- Salir a tomar el sol.
- Colgar cartel de Se Vende.
- Decidir no vender.
- Reformar el local.
- Contratar a Juan.
- Enseñarle el oficio a Juan.
- Ver como Juan conoce a Isabel, a Carlos, y al hijo de Carlos.
- Besar a Juan.
Y ahí se queda, quieto, en el recuerdo número 21. Hay muchos otros que sucedieron después que valdría la pena repasar para hacer un poco de introspección. Pero José no tiene ganas de jugar a ser mayor. En cambio, se deja llevar por un recuerdo nostálgico de tiempos mejores, donde el amor de su vida tiene un papel protagonista y no solo aparece de tanto en tanto para darle las buenas tardes.
Decide llamarle. No sabe muy bien por qué (si lo sabe, pero no quiere reconocerlo). Su voz suena cálida, adulta. Cómo estás, qué tal el nuevo curro, cómo anda tu padre. Hablan de banalidades sin tocar el tema central. ¿Por qué no se ven de nuevo? ¿Por qué no hacen como si nada hubiera pasado? Como si José no se hubiera portado como un imbécil. Como si no le importase más ese puto bar que estar con Juan. Como si no hubieran perdido los estribos en la cena de Nochebuena.
De repente lo suelta. Sin querer (queriendo).
“Joder, Juan, cuánto te echo de menos.”
Pausa.
“¿Nos vemos algún día?”
Silencio.
“¿Eh? ¿Hola? ¿José? Se ha cortado. Bueno, te dejo, que tengo que llevar al niño al cole. ¡Sí, claro, nos vemos algún día, tío!”